Tomás Sánchez

Pro empresa y mercado

Tomás Sánchez V. Investigador Asociado Horizontal, Autor de Public Inc.

Por: Tomás Sánchez | Publicado: Jueves 3 de septiembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Frente a la planificación central, el mercado es sin duda el mejor sistema económico social. Sin embargo, este aún es tratado en forma muy disímil por diferentes sectores políticos y sociales, y a su vez, queda mucho gris donde refinar. Mientras unos lo aclaman, otros solamente lo toleran. Lo preocupante es que normalmente los segundos tienen mejor prensa, mientras los primeros juegan a la defensiva. Permitir que esto siga así es farrearse a las empresas como actores clave del desarrollo del país.

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Tristemente, caemos en un simplismo en torno a sólo si subir bajar impuestos. La discusión que necesitamos —y que debemos empujar quienes creemos en usar la fuerza del mercado para impactar positivamente a la sociedad— es sobre cómo construir una economía más competitiva, productiva e inclusiva. Abordando el primer punto, necesitamos ver un real sentido de urgencia en hacer los mercados más eficientes, eliminar fricciones y asimetrías de información. Gran paso es la nueva ley de portabilidad financiera. Un claro ejemplo de una política pública para quienes creen que un mercado más competitivo se traduce en más bienestar para población.

Para pasar a ser una economía más productiva se necesita foco, y para ello, la coordinación entre gremios industriales y el Estado es crucial. La especialización no ocurre sólo en una empresa, sino que también existen importantes sinergias dentro de un ecosistema, que a su vez son clave para ser competitivos como país. A finales del siglo pasado tuvimos una estrategia país, hoy no.

Para ser más inclusivos —es decir, tener un desarrollo menos desigual y que no deje nadie atrás— necesitamos implementar políticas públicas en esta dirección. Promover la creación de cooperativas, impuestos progresivos de primera categoría, incentivos tributarios para distribuir utilidades entre colaboradores y esquemas de capacitación continua, entre tantas otras ideas por debatir. La empresa es una institución donde, cuando los cambios son adoptados, estos son más sustentables y eficientes. Por lo tanto, ella debería ser protagonista en nuestro desarrollo, generando sinergias con el Estado, no compitiendo con él.

En las últimas décadas se ha avanzado con iniciativas como la creación de empresas en un día, sociedades de garantías reciprocas para obtener créditos con aval del Estado, Start-up Chile, pago a 30 días, fondos Corfo y la simplificación contable para algunas pymes. Aunque para ser francos, me parece poco para tantos años.

Empujar el desarrollo empresarial del país y construir una economía más inclusiva necesita de la proactividad de la clase empresarial y política, no sólo de jugar a la defensiva. Poner a la empresa al centro de la discusión política como un vehículo de bienestar es clave. Construir un relato y proyecto que vaya en directo beneficio de todos los chilenos. No en torno al chorreo, sino que a propuestas que concretamente apuntan a mejorar la productividad y a equilibrar el mercado laboral, aunque vaya en desmedro de la utilidad de alguna empresa amiga. Queremos un mercado más eficiente, no defender un par de empresas.

Es fundamental jugarnos por las empresas y el mercado, y eso significa buscar con mayor sentido de urgencia competencia en cada industria, lo que a su vez forzará mayor necesidad de productividad e innovación. Eso creará oportunidades para nuevos emprendimientos, y así ir repartiendo mejor la torta y creando una economía menos concentrada, más inclusiva y mejor equilibrada.

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